La República: Platón
Los temas metafísicos de la república: objeto de la educación
La República es la más conocida e influyente obra de Platón. En este libro, Platón discute cuál sería la mejor filosofía y organización del Estado, de tal forma que éste fuera ideal. Para ello, hace que Sócrates opine sobre la forma de educar a los hombres mientras instruye a los demás tertulianos. Se terminó de escribir después de ese primer viaje que hizo Platón a Sicilia, probablemente hacia el 370 a. C.
I. El fundamento de la república: definición del bien. Un “interés” de la oralidad
Es en este dialogo en que Platón trata de hacernos ver la doctrina del Bien como un interés de la colectividad; pero se ve limitado por el hecho de que el Bien es algo sumo, y por lo mismo no se quiere ver desacreditado al abordar la esencia del Bien, porque ni siquiera los protagonistas del dialogo (gente de cultura) podían asimilar tal concepto. Se dice que Platón conocía lo que es la esencia de Bien, a la cual consideraba como el Uno y a los bienes los declaraba como corruptores de la naturaleza filosófica; en fin lo que Platón no quería abordar es lo que tenía verdadero valor. “El verdadero filosofo ama la realidad en su totalidad y no renuncia a ninguna parte de esta”, a esto se refiere el texto como el conocimiento supremo (del Bien) y para Platón el llegar a él implica un camino bastante largo que no se podía realizar a través de los escritos, sino de la oralidad dialéctica. “Platón presenta su obra capital tan solo como un ‘interés’ y como una criatura de algo que no confía a la escritura y que, por tanto, sobrepasa la escritura”. Es eso por lo que Platón prefiere la oralidad para la explicación del Bien, sumado a esta el haber recorrido el camino.
II. Los dos pasajes acerca del Bien incluidos en la república y su estructura
El análisis que el texto hace a el primer texto básico de la república es una introducción al problema del Bien, donde se menciona que “Para un conocimiento adecuado de las virtudes, es necesario, como ya señalamos antes, recorrer ‘otro camino más largo’ que conduce a un plano funcional superior”[1]; para fundamentar su idea Platón adoptará el término ‘medida’, con lo cual explicará lo completo que es el Bien para aplicarse a todas las cosas. Con el camino al conocimiento sumo alcanzaremos la mayor precisión del concepto, mayor a justicia; este conocimiento sumo es la idea de Bien, de la cual derivará dice el texto, todo valor axiológico. Y con todo lo anterior podemos llegar a la conclusión de que “el Bien es, pues, el principio que da significado y valor a todas las cosas” y aparece por primera vez en el dialogo donde se habla con Adimato sobre la justicia, la moderación, la valentía y la sabiduría, y desglosa el punto de la justicia[2].
En el segundo pasaje donde se atreve Platón a ilustrar la imagen del Bien, habla de la teoría de las ideas, con la cual nos marca la perspectiva del uno y de lo múltiple, para explicarnos la idea única de lo bueno en sí muy a pesar de que existan más cosas buenas se supera esta multiplicidad para crearse un esquema bipolar donde lo uno percibido por el intelecto y lo múltiple percibido por los sentidos, son puntos de partida para que descubramos que las ideas son una multiplicidad inteligible en cuanto que se asocian a su vez con otras ideas[3]. Se explica también una analogía del Bien con el sol, la cual hace Platón solo con fines pedagógicos, donde presenta las manifestaciones causales del Sol y del Bien; y nos dice que mientras el Sol proporciona a los objetos del mundo sensible el hecho de ser percibidos, así también el Bien proporciona a las ideas el hecho de ser inteligibles. Esta filiación del Bien y del Sol no solo nos explica que el Bien es fuente de todo cuanto existe, sino que también ocupa el lugar más alto en el espacio y con mayor dignidad[4].
Estos dos pasajes dejan pendientes diversas cuestiones, aunque nadie les quita su calidad yugular en el dialogo. Por ejemplo en cuanto a la esencia misma del bien la cual Platón declara cognoscible, en cuanto a la función causal y fundacional del Bien la cual se afirma pero no se explica: por ejemplo cuando se habla del bien como fundamento de la justicia, cuando se presente como el que le da la facultad de conocer al intelecto y cuando el mismo Platón se refiere al Bien como causa del ser y por último cuando coloca al Bien por encima del ser; el texto propone para responder lo anterior “presupuestos teóricos ajenos a Platón, a datos históricos precisos proporcionados por la tradición indirecta, que dan sentido a esas remonisiones”. Estos presupuestos el texto los marca como la punta de un iceberg que sobresale de doctrinas no escritas, aquí regresamos a la importancia de la oralidad.
III. La esencia del Bien como Uno y como medida suprema y los consiguientes nexos fundacionales axiológicos, gnoseológicos y ontológicos
Aunque no explícitamente se menciona en esta parte del texto que Platón hace referencia al Uno y Aristóteles dice al respecto que Platón “atribuyó la causa del bienal primero de sus elementos, es decir, al Uno”; y para los platónicos “el propio Uno es el Bien en sí” entonces con esto se llega a la conclusión que la esencia del Bien es el Uno. En el pasaje donde Platón afirma que hay que moverse para alcanzar el bien, introduce la teoría de las ideas para introducir la unidad para unificar a los múltiples sensibles; dice Platón “cada idea es una pero al presentarse por doquier en comunión con las acciones, con los cuerpos y unas con otras, cada una aparece como múltiple” y muy inteligentemente al referirse a la unidad Platón exclama “¡Por Apolo! ¡Qué divina superioridad!”[5], sabiendo que Apolo simboliza el Uno para los antiguos y “probablemente este nombre de Uno (Apolo) significa supresión de lo múltiple”[6]; Si el Bien es el Uno, es evidente que el mayor bien para la ciudad es precisamente “el principio de acuerdo”, mientras que el peor mal es lo que divide y “la convierte en múltiple en lugar de una”[7].
Para responder a las interrogantes pasadas, en cuanto a la función metafísica fundacional del bien, cuando el texto se refiere a que el Uno es causa de la justicia y de la virtud, quiere decir que es el fundamento de la dimensión axiológica, cuando dice que es causa de la cognosibilidad y de la verdad se refiere a que el intelecto es el Uno según afirma Aristóteles y cuando afirma que el Uno es causa del ser y de la esencia se refiere a que como principio unificador de lo múltiple, lo determina ontológicamente, a todos niveles, generando así distintos seres. Cuando Platón afirma que el Bien está por encima del ser, podemos decir que: “si el ser se identifica con la pluralidad de los entes ideales, y si las ideas las genera la multiplicidad por obra del Uno, son síntesis de dos principios; entonces el Uno no es solo sustancia y ser por el hecho de ser causa unificadora, sino que debe colocarse por encima del ser en cuanto no implica una síntesis y una mezcla, y ha de ser superior en dignidad y potencia” por ser quien determina el principio opuesto y por lo que surgen las esencias y el ser. “Del mismo modo que el uno en cuanto condición de números no es números no es numero, así también se dice que el Uno en cuanto a condición de ser no es ser, en el sentido de que la condición se diferencia metafísicamente de forma estructural de lo condicionado”.
IV. El principio opuesto al Uno-Bien y el planteamiento de la realidad bipolar
Esta imagen bipolar se refiere al Bien con respecto a lo que actúa, así como la comparación del Sol cuando decimos que ilumina y nutre, anteponiendo esto a las sombras y la obscuridad; o podemos encontrar esta bipolaridad en lo justo y lo injusto, en el bien y el mal, presentando así la antítesis polar de medida y falta de mediada además de las ya mencionadas unidad y multiplicidad. Con respecto a esto, Platón afirma la perfecta comprensión de la esencia y el Bien, y por diferencia de este también la del mal. Habiendo explicado esto, más Bien=Uno, multiplicidad=mal[8], aplicando al Estado estos conceptos diríamos que el Estado imperfecto sería el dual y a esto se refiere con estructura bipolar de la realidad.
V. Definición de Bien en la república
El rango y funciones que Platón le otorga en su filosofía es tal que muchos autores la han identificado con Dios. Este filósofo creyó que la Idea del Bien tiene dos papeles fundamentales: crea las Ideas y el Mundo Sensible; da inteligibilidad o racionalidad a las ideas y al mundo Sensible. La consecuencia de ello es que todas las cosas ―y mucho más el hombre― aspiran de un modo u otro al Bien. La filosofía es precisamente expresión del afán por la comprensión definitiva de dicha idea ("la ascensión al ser", dice Platón).
La idea del Bien va a tomar un vuelo incomparablemente más alto, más allá y muy por encime del campo de la moralidad; y esta dilatación, prácticamente infinita, lleva consigo, forzosamente, su inefabilidad. Declara Platón que el Bien es el aspecto más brillante y luminoso del ser, por ello mismo, si el texto dice lo que dice, reduce el Bien al ser, y no admite por tanto, la disociación entre ser y valor. Lo primero, por tanto, en la aprehensión del entendimiento, será el ser (para Platón sinónimo de idea), y lo segundo el valor o bien, términos que, a su vez, podrían darse como sinónimos. A este modo de ver, éste sería uno de los textos fundatorios, cuando no simplemente el texto fundatorio, sobre las propiedades trascendentales del ente. Así se llamó a ciertas notas o caracteres que se predican del ser en general y de todo ser en concreto. El bien trascendental, por último, se predica del ente por el orden o relación que guarda con el “apetito”, o en lenguaje más moderno, con toda tendencia, o más generalmente aún, con toda actitud estimativa. La idea platónica del Bien, afirma que el Bien se dice en tantos sentidos como el ente, es decir que le acompaña en todas sus predicaciones categoriales, como una de sus notas más invariables, por serle inherente y se convertirá en el fundamento de este.
[1] Cfr. REP IV 435 D 3. 504 B2
[2] Cfr. REP VI, 504 A 4 – 505 B 4
[3] Cfr. REP V, 475 E 9 – 476 A 7
[4] Cfr. REP, VI, 507 A 7 – 509 B Y 509 C 2
[5] REP, VI, 509 C 1 S
[6] PLOTINO, Enéadas, V, 5, 6
[7] REP, V, 462 A 2 – B 3
[8] REP, V, 462 A 2 – B 3
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